Fotografía: Bernardita Perez-Cotapos
Por Edward Cáliz
Desde el 18 de octubre del 2019, Chile ha entrado en un verdadero Estado de Rebeldía, cuando se iniciaron las primeras manifestaciones sociales amparadas en una razón primaria como fue el alza de las tarifas del Metro de Santiago de $30 pesos y a las que posteriormente se sumaron otros descontentos sociales que la sociedad viene aclamando desde mucho tiempo antes, se adhirieron también actos vandálicos de robos y saqueos perpetrados por una masa insurrecta que desconoce el concepto de orden social.
Pero a su vez se perpetraron actos criminales en los que resultaron personas muertas y heridas, entre ellos, miles de Carabineros que se han visto sobrepasados por una horda de enardecidos que buscan solo generar el caos y la destrucción a través de la violencia, todos los cuales se en apariencia protegidos por un paraguas denominado “Derechos Humanos” y ejercido por el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH), que lamentablemente no cumple una función objetiva.
A lo largo de casi dos meses, el clamor de una ciudadanía pasó de un alza de tarifas en el tren subterráneo, además de las pensiones (AFP), la salud y la educación, a la petición de cambio de la Constitución Política y la petición de una Asamblea Constituyente, quedando relegadas en un segundo y tercer plano, estas demandas de pensiones, la educación y la salud, aspectos que por lo demás están garantizados en la actual Constitución Política, pero que como los reales entendidos saben, se regulan por medio de canales jurídicos distintos, es decir, leyes que regulan lo uno y lo otro. Sin embargo, esto llevó a que se generara el Acuerdo Por La Paz y La Nueva Constitución, firmado por casi todos los sectores políticos, a excepción del Partido Comunista de Chile, y que se estableciesen ciertos procesos para llegar finalmente a un nuevo Pacto Social, ya sea con la actual Constitución o con una Nueva.
Algunos factores de influencia en la crisis actual.
Para comprender en esencia los procesos que se han llevado a cabo en nuestro país debemos citar una serie de factores que en su conjunto, algunos de manera espontánea y otros como consecuencia de estrategias elaboradas, se conjugaron sobre estas masas de personas movilizadas catalogadas bajo el eslogan “Chile Despertó”. En los medios televisivos se orientan los discursos hacia conceptos como “desigualdad social”, “abuso”, “violación de derechos humanos”, “represión”, dejando siempre a la razón interpretativa de las personas su opinión bajo estos conceptos previamente definidos. En otras palabras, los medios predisponen a las personas a tener que referirse a esos temas y conceptos que los medios han ido imponiendo.
Pero, volvamos a la raíz de todo. En un artículo anterior de este blog titulado ¿Qué está ocurriendo en Chile?, se hace mención a los postulados de Antonio Gramsci sobre el Bloque Hegemónico o Hegemonía Cultural. Este aporte al marxismo sobre el Bloque Hegemónico, Hegemonía Cultural o Bloque Histórico, se refiere fundamentalmente a la forma de hacer que éste se instale en una sociedad, pero de una forma distinta a cómo Marx concibió la llamada “lucha de clases”. La categoría de Hegemonía de Gramsci, se refiere al momento de la dirección política, del consenso, en la vida y en el desarrollo de la actividad del Estado y de la Sociedad civil. Con la hegemonía, la clase dominante se convierte en dirigente, es decir, logra imponer su visión del mundo, sus intereses, como valores aceptados, y con ello reforzar su dominación[1].
Bajo este prisma, para Gramsci la ideología es el principal medio para conseguir la hegemonía, a través de la cual una determinada clase logra presentar y hacer aceptar las condiciones de su existencia y de su desarrollo de clase como principio universal, como concepción del mundo, como religión. La hegemonía se consigue mediante una serie de instituciones, en primer lugar el sistema educativo, la prensa, organizaciones corporativas, etc. Representan un papel capital en la teorización sobre la guerra de posiciones y la de movimientos, que manejó para distinguir el planteamiento de la lucha en Occidente por contraste a Rusia. En resumen, para Gramsci la hegemonía se logra penetrando en su cultura sobre la base de tres principios básicos:
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- Impactar la educación (escuelas)
- Separar al hombre de Dios (iglesias)
- Controlar los medios de comunicación (prensa)
Antonio Gramsci
Recordemos que Antonio Gramsci, político italiano, pensador comunista y uno de los fundadores del Partido Comunista Italiano, herético, distinto y contrario al curso del estalinismo y a la experiencia teórico y política que deviene de la Revolución de Octubre, concebía las reformas sociales y culturales como parte de un proceso que debía terminar en el reemplazo del capitalismo y la instalación de un nuevo tipo de Estado alternativo al de la democracia liberal. Escribió, esencialmente en los Cuadernos de la Cárcel durante los 11 años de presidio bajo el régimen de Benito Mussolini en Italia, desde el año 1926 hasta su fallecimiento en abril de 1937[2].
El punto de partida de Gramsci es la temprana comprensión que la estrategia revolucionaria de los primeros decenios del siglo en Occidente había fracasado, que la Revolución de Octubre no podía ser un modelo trasladado al resto del mundo y que ella misma presentaba signos crecientes y definitivos de “cesarismo regresivo”, que el fascismo no era un episodio en la historia de Italia sino un régimen de masas y que, como el mismo señaló, había que comenzar de nuevo y en otro lugar para diseñar la estrategia revolucionaria frente a un capitalismo occidental donde se había configurado un Estado y una sociedad civil completamente nueva respecto del oriente soviético y del que había conocido Marx para su elaboración y donde, además, como él lo advertía claramente, la economía capitalista moderna se encontraba en clara expansión.
La elaboración de su teoría está anclada en una concepción clasista de la política, en la subordinación de una clase por otra como un factor determinante de la implementación de la hegemonía cultural de una mayoría que se transforma en Estado y que deberá permanentemente recrear su propia hegemonía una vez en el poder.
La Hegemonía Cultural en la Educación
A partir de 1990, la democracia en Chile se restableció con la llegada de un gobierno elegido popularmente por el pueblo, entregado por parte del General Augusto Pinochet Ugarte a su presidente electo don Patricio Aylwin Azócar. Curiosamente fue la época donde de forma paralela caía el muro de Berlín que dividía a las dos Alemanias en Europa, una Capitalista y otra Comunista. La caída del muro permitió que miles de personas pudiesen reencontrarse con sus seres queridos, terminar con los atropellos y violaciones contra los derechos humanos cometidos bajo el régimen comunista, pero lo más trascendental fue el concepto de derrota del comunismo mundial frente al capitalismo, es decir, el sistema económico que hasta hace casi dos meses permitía el permanente desarrollo de Chile.
Sin embargo, la derrota del comunismo a nivel mundial no se quedaría de brazos cruzados. De forma reaccionaria, en América Latina se congregaron los distintos partidos socialistas, comunistas y de izquierda revolucionaria para comenzar a idear la nueva entrada del marxismo en la región, una especie de reunificación de la Ex Unión Soviética, pero en América Latina. De ahí nace el Foro de Sao Paulo, Liderado por Fidel Castro, Hugo Chávez e Ignacio Lula Da Silva.
En Chile, después de la congregación del Foro de Sao Paulo, los postulados de Hegemonía de Gramsci fueron orientados ex profeso fundamentalmente a debilitar la formación educativa, es decir, instalar nuevos conceptos en la educación desde los primeros años de infancia hasta la adolescencia. A lo largo de los años aparecen conceptos como “igualdad de género”, “inmigración”, “identidad de género”, “violencia de género” y un largo etcétera que comienzan a instalarse a partir de la formación que imparten los profesores en los colegios.
Sin embargo, a principio de los años 90´s bajo el nuevo gobierno democrático se decide retirar de la malla curricular en la educación media la “educación cívica”, cuya finalidad no era otra más que comenzar con un proceso de deconstrucción en las aulas con miras a crear una generación nueva, empoderada de derechos, con valores distintos, donde el concepto de autoridad formal se disgregara y la educación como tal pasara a ser una forma política de mantener o modificar la adecuación de los discursos, con los saberes y los poderes que implican[3] (López Tapia, 2011; pag.6). En consecuencia una generación ignorante de los deberes, pero capaz de entrar juego de fuerzas entre poderes y contrapoderes y que explica el cómo los movimientos estudiantiles comenzaron a tener un mayor impacto en la demanda social.
Esto tiene mucho sentido con el planteamiento de “deconstruccionismo” de Félix Guattari, dado el proceso de apropiación y expropiación de la subjetividad de los sujetos a través de la falta de enseñanza cívica generó que se incluyera en el discurso de los estudiantes conceptos como “igualdad de oportunidades” que reemplaza el concepto de “lucha de clases”, pero que esta “igualdad de oportunidades” es una herencia derivada del “principio de subsidiaridad” propuesto originalmente por el régimen militar. Esto permite inferir razonablemente que el retiro de un ramo tan elemental para la formación de un estudiante a la vida cívica, solo permitió amoldar un discurso por parte del poder dominante, sin siquiera profundizar los aspectos esenciales de la carta fundamental de la nación y aún vigente.
La Hegemonía Cultural en la Educación Universitaria
De forma paralela a lo descrito, en la educación universitaria durante la década de los 90’s muchos exiliados políticos encontraron trabajo en las aulas, principalmente de carreras humanistas (sociología, antropología, pedagogía, periodismo, comunicación, etc.,) donde se creó un nicho de promoción y de énfasis del socialismo y el marxismo de forma soterrada con lo que se produjo nuevamente una apropiación y expropiación de la subjetividad de los sujetos con miras a orientar un adoctrinamiento del pensamiento, pero proyectado al futuro, teniendo en cuenta que serían a esa época, los próximos profesionales que podrían pasar a ser un sistema dominante. ¿Cuál sistema?, el socialismo proyectado hacia el siglo XXI.
Ahora bien, dentro del deconstruccionismo la intervención de la educación universitaria tiene como objetivo asentar el marco teórico de los nuevos poderes, esto es, dotar a los nuevos profesionales de nuevas subjetividades que tiendan a desvalorizar lo establecido y apoyar el surgimiento de nuevos “desvalores”, por medio del cuestionamiento permanente. La trascendencia de la penetración de ideales socialistas y marxistas en la formación de las distintas carreras profesionales, sobre todo humanistas, radica en la creación de nuevos paradigmas que justifican la necesidad de cambio del sistema. De ahí que la consigna “desigualdad social” o “derechos humanos” se apropia solo de una parte de la sociedad como estandarte o paraguas para iniciar el “cambio” y son los actuales profesionales, los ya formados y con vasta experiencia en su campo, los que pueden avalar desde las distintas disciplinas aquellos cambios que se propongan.
Una evidencia palpable es la injerencia que han tenido algunos profesionales de la pedagogía en las aulas de la educación básica y media, donde se han ido traspasando distorsiones de conceptos y valores concebidos en un estado binario (lo bueno o lo malo, lo bonito o lo feo, el hombre y la mujer) y reemplazándolos con nuevos “desvalores” que derriban esta concepción primaria, como por ejemplo la “ideología de género”, cuyo sustento discursivo ha sido incorporado en el consciente colectivo bajo la etiqueta de “igualdad” (Manipulación de Masas; Teoría de la Ventana de Overtone) , pero que ha trastocado incluso la evidencia científica en la biología superponiendo consignas como “el género” (entiéndase sexo, masculino o femenino) es una imposición social y no biológica, por lo que ser hombre o mujer, no es de carácter biológico sino que una imposición del medio, otorgándose paulatinamente valor al concepto de “autopercepción”, es decir, “yo me percibo hombre”,” yo me percibo mujer”, “yo me percibo transexual”, “yo me percibo niño” (pedofilia).
Esta injerencia de los profesionales, formados bajo lineamientos marxistas (aunque muchos de ellos ni siquiera percibieron que les estaban adoctrinando en el marxismo) permite que la sociedad perciba y apruebe un discurso serio, porque proviene de las “aulas universitarias” que se supone es la generadora de conocimientos nuevos y si un profesional lo afirma es porque debe ser cierto (lógica del pensamiento de la masa cognitivamente inferior)
Así la hegemonía cultural en la educación universitaria ha sido un eje fundamental en el cambio cultural de Chile. Un trabajo silente y paciente de varios años, que hoy les permite obtener los primeros frutos del adoctrinamiento de una generación de jóvenes que han sido el conejillo de indias de una izquierda claramente planificada.
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El control de los medios de comunicación
Por su parte, el control de los medios de comunicación se ha visto evidenciado por una marcada línea editorial que es transversal en los distintos medios y que tiende a visibilizar, justificar e intensificar el movimiento social y deslegitimar el accionar de la fuerza pública, es decir, de Carabineros de Chile, principalmente. El pluralismo no ha sido precisamente la tónica de cómo presentar la noticia de esta denominada “convulsión social”, sino mas bien se advierte un sesgo ideológico que tiende a desvalorizar el rol del organismo encargado de restablecer el orden público
El control de los medios también radica en esencia en la formación que recibieron los profesionales de las comunicaciones en las distintas casas universitarias. El germen rector de toda acción actual fue implantado en la formación universitaria, incluso, muchos de ellos sin que se diesen cuenta que estaban siendo adoctrinados. La distorsión o deconstrucción del lenguaje y la técnica de saturación de mensajes, permite en la actualidad, principalmente, la audiencia televisiva, que reciban constantes mensajes de lenguaje deconstruido o distorsionado de los hechos y acontecimientos cotidianos.
La forma en que cada medio presenta la noticia, desde su título, su bajada de título y la descripción de la noticia, predispone a la audiencia a lo que le van a contar.
Análisis del escenario actual
Con la deconstrucción cultural gestada paulatinamente en Chile, donde a casi dos meses del inicio de las demandas sociales que se iniciaron por el alza del pasaje del metro (de lo que ya nadie recuerda) y una movilización que ha ido cambiando el foco de sus pretensiones e intensificando la forma de imponer las “propuestas”, principalmente a través de la justificación en el uso de la violencia al amparo de un paraguas proteccionista como el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH), lleva a inferir un escenario incierto para la economía del país.
La inclusión de menores edad en las “consultas ciudadanas” promovida por la Asociación Nacional de Municipalidades, no tiene otro objetivo más que medir la fuerza del “voto” estudiantil que pueda sumar a las futuras elecciones y que la izquierda pueda comenzar a promover para incluirlo como parte de la “Nueva Constitución”. La estrategia es muy similar a lo ocurrido con la inmigración masiva de Haitianos durante el gobierno pasado, que se gestó como una forma de incrementar los índices de pobreza para el gobierno siguiente, es decir, el actual y ganar nuevos votos en el futuro.
La imposición de la izquierda por medio de la violencia hacia temas que un alto porcentaje de Chile no desea y la intransigencia de este sector para establecer diálogos que fomenten el desarrollo de Chile en paz, hace suponer con razonable certeza que el “movimiento social” continuará con mayor intensidad, enfocado en utilizar a las vanguardias y la delincuencia como una herramienta de lucha permanente, donde la provocación y la violencia en contra de la fuerza pública, al amparo del INDH, será el hilo conductor para lograr el objetivo final que busca la instalación de un sistema socialista en Chile.
Referencias
[1] Consultado el 29/11/2019. Disponible en: https://www.mundoobrero.es/pl.php?id=6298
[2] Consultado el 29/11/2019. Disponible en: https://www.elmostrador.cl/noticias/opinion/2019/06/11/los-usos-de-gramsci/
[3] Alexis López Tapia, 2011. “El conflicto estudiantil chileno, análisis ideológico e intelección estratégica”. Disponible en: https://es.slideshare.net/AlexisTapia1/el-conflicto-estudiantil-chileno
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Comparto la descripción anotada: Pero respecto las futuras tendencias del comportamiento ciudadano la maquinacion de la izquierda no lograra sus objetivos, pues el exceso de violencia del bajo pueblo o lumpen que ya no obedece a sus lideres intelectuales crea anticuerpos en los ciudadanos no ideologizados, más la acción de partidos de tendencias conservadoras que no desean una asamblea constituyente se fortalecen en sus postulados, más la acción de inmigrantes venezolanos y otros, que vienen huyendo de los regímenes totalitarios, aumentan el discernimiento de las opciones no marxistas.
Muchas gracias por vuestro aporte Fernando
Muy interesante y certera reflexión, felicitaciones.
Muchas gracias por vuestro aporte.
Excelente análisis referida a la grave insurrección golpista que adelanta con inusual aunque no entrañable violencia la extrema izquierda del país con el apoyo de insurgentes castro chavistas.
Se rescata que expone los hechos, tal como son, sin sesgos ni pasiones personales.
Extraña no obstante (quizá puede ser motivo de un análisis especial y aparte en el futuro), los cobardes, arteros, tendenciosos y hasta criminales ataques que han sufrido nuestras impolutas policías en esta insurrección golpista, dando cuenta de su máxima y absoluta lealtad hacia las autoridades administrativas, legislativas, judiciales del país como hacia la ciudadanía y han recibido un miserable desprecio de las más altas autoridades y un odio que asombra por parte de un sector enajenado de nuestra sociedad.
En mi concepto, cada policía chileno, (Carabineros y Oficiales de la Policía de Investigaciones de Chile), son verdaderos héroes de la patria y lejos de ser acusados de falsas eventuales violaciones a los DD.HH., deben ser reconocidos como los héroes del siglo XXI.
Muchas gracias por tan significativo aporte.
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