Por Fernando Laredo Carter.
Así como en el estallido social producido al final del mes de Octubre que fue parte de un proceso político calculado y programado por cerebros Anarco-marxistas ya conocidos por sus vínculos con la Cuba y la Venezuela Marxista, debemos señalar también que las violentas profanaciones de templos evangélicos y católicos, y el pintarrajeado de sus paredes, unidos a incendios de sus edificios e instalaciones, es fruto de las ideas y las prédicas otro tipo de desconformados cerebrales denominados Anarco-satanistas, que se han asociado con todos los movimientos anti-sistémicos y de-constructores de nuestra sociedad y del alma de Chile.
Los mensajes que se escriben en las paredes de los templos atacados son muy distintos a los que se ponen en las universidades y en otros edificios comerciales: Estrellas de Cinco Puntas al revés, la cifra 666, Cruces invertidas, y frases como “Dios no existe” o “Dios ha muerto”, o “Viva Satanás”, aparte de las clásicas acusaciones de inmoralidad de sacerdotes, nos permiten identificar a esos grupos. Símbolos semejantes aparecen en los cementerios cristianos y en lugares cultos satanistas, donde se sacrifican gatos u otros animales como ofrendas a los entes perversos del inframundo astral.
Por ahora este movimiento inspirado en el Espíritu del Anticristo, se han limitado a la destrucción física de lugares de culto religioso, con fuego y palos. Pero cuando la espiral de perversión y de violencia escala al siguiente nivel se tortura y se asesina a los pastores y a los sacerdotes, y se viola a las monjas. Y si no se cree lo que digo basta con investigar las cifras de religiosos asesinados durante el Gobierno Republicano-Marxista en España entre 1931 y 1939. O en la revolución mexicana, entre 1920 y 1930.
El Historiador Jesuita español, Bernardino Llorca, en su manual de Historia Eclesiástica de 1942, Editorial Labor, nos da a conocer las horribles cifras, tres años después de terminada la guerra civil española. Diecisiete mil sacerdotes, Once Obispos, miles de mojas, y miles de miembros laicos de la Acción Católica. Y todo ello precedido del incendio del 90% de los templos, y el saqueo de colegios católicos y los conventos de todas las congregaciones de claustro y apostolado educativo o social. En aquel gobierno perverso y nefasto estaban aliados los comunistas y los anarquistas, y por eso este asunto es de la mayor relevancia, pues el cuadro se repetiría si esa gente derrotara a la democracia republicana chilena y llegara al poder.
Atacar a una iglesia es un acto contra el alma espiritual y moral de un país, es atacar al Logos, es decir a Cristo, Verbo de Dios, instalado en el centro de la conciencia pública y privada, y no solo expresión de un mero odio contra lo religioso en abstracto. Toda sociedad lleva en su alma un concepto de Dios y de la Ley Ordenadora de la Existencia, y los pueblos se organizan en torno de esas ideas-fuerza que orientan su vida. Y los templos son centros de luz espiritual y moral que al ser atacados se concretiza el odio a la luz divina y a las razones esenciales de la existencia civilizada.
Por eso aquí en Chile nos enfrentamos a algo más profundo que un movimiento social por reivindicaciones de derechos conculcados, o por obtener tales o cuales mejoras salariales, o por destruir al capitalismo liberal. Aquí es el alma de Chile la que está en peligro. Y todos formamos parte de ella.
Autor: Fernando Laredo Carter, Profesor de Religión y Filosofía.
VISITAS
844 visitas