Fotografía. Elaborada por Intelige.cl
Por Edward Cáliz
Ante la situación de aguda pobreza material de los pueblos latinoamericanos al comienzo de los años 50, un grupo de jóvenes sacerdotes de Perú y Brasil, (Gustavo Gutiérrez Merino, nacido en 1928, filósofo y teólogo peruano, Leonardo Boff, Genesio Darci Boff, nacido en el año 1938, brasileño, teólogo, ex sacerdote franciscano, filósofo, escritor y profesor y Clodovis Boff, nacido en el año 1944, brasileño, escritor y profesor) decidieron romper con la doctrina social cristiana y asumir un modo marxista de analizar y solucionar el angustiante problema del proletariado de los países de América Latina. Para ello debieron reinterpretar la Biblia y su lectura de salvación enfocada en Dios y su poder, y plantearla en términos de liberación social y económica. Y también entendieron que la revolución socialista era el camino moderno de cambiar las estructuras opresivas e injustas creadas por el imperialismo capitalista imperante. Así nació la llamada Teología de la Liberación unos años después.
La Teología de la Liberación es una desviación teológica cristiana que nace alrededor del año 1960 y en la que se postula que el Evangelio debe preferir la liberación de los pobres a través de las ciencias sociales, particularmente con una mirada sociológica marxista. Es decir, el poder de Dios sobre el hombre no es lo preponderante, sino más bien una mirada desde lo humano más que desde lo divino. En este sentido, la Teología de la Liberación tiene una directa vinculación con una ideología que se centra en el bienestar material de los hombres, como es el caso del marxismo, dejando fuera la imagen divina que representa Jesucristo para el hombre.
En consecuencia, bajo esta mirada general del marxismo, se transforma la imagen de Jesús y también de María como seres representativos de divinidad dentro del cristianismo y se les presenta en esencia como la figura de dos guerrilleros o revolucionarios que transforma el concepto cristiano de ambos, acercándose a una horizontalidad del Hombre con el Hombre y no a la verticalidad tradicional de Dios con el Hombre. A continuación, se plantean los principales fundamentos de la Teología de la Liberación y de qué manera se utiliza el discurso para propagar esta ideología, principalmente en Chile.
Tal como se señaló, la Teología de la Liberación es un movimiento que se compone de una serie de elementos ideológicos que se adhieren a un discurso de propagación fundado en un proceso histórico asociado al Marxismo. La influencia dialéctica del discurso busca en definitiva abolir las bases ideológicas cristianas y particularmente las representaciones divinas de Jesucristo, llevarla hacia una horizontalidad que permita restar el concepto primario y centrarse en un antropocentrismo que se orienta a sumarse a la ideología revolucionaria del marxismo.
En sus inicios, tal como señala Bruno Bauer (1809-1882, filósofo y teólogo alemán, estudiante directo de Hegel hasta 1831) la problemática presentaba todos los puntos de interés tales como la política, la religión y la filosofía y en consecuencia en la actualidad el discurso presente en la Teología de la Liberación abarca estos tres aspectos. En política, la línea Marxista se adentra en la manipulación de movimientos sociales para ir en contra de la principal lucha, el capitalismo. En religión, el cuestionamiento de los dogmas cristianos, buscando cada vez más eliminar el concepto de autoridad representativa de la iglesia y sustrayendo la divinidad del objeto principal, Jesucristo. Y en filosofía, entrando en una “deconstrucción” que busca eliminar los límites que por antonomasia irroga todo lo estructuralmente binario.
Por otra parte, en Chile, la llamada Teología de la Liberación a través de sus representantes, continúa avanzando en los medios de comunicación social: por ejemplo en la “Revista Mensaje”, “TheClinic”, “Cambio 21”. “El Periodista”, la radio Cooperativa, radio Francia, etc.
En el caso de la Revista Mensaje, se ha pervertido el sentido original que le quiso dar el Padre Alberto Hurtado al fundarla. Reemplazando la llamada Doctrina Social de la Iglesia, que viene del Vaticano y de las Encíclicas Sociales, por posturas rupturistas y críticas contra el Estado y la iglesia tradicional, fundadas en las doctrinas de la Teología de la Liberación. Incluso se desfigura al propio Padre Hurtado, mostrándolo como un rebelde o un revolucionario social de inspiración marxista.
En diversos colegios católicos se instalan profesores de religión y discursos que desfiguran el mensaje del cristianismo original, infiltrando ideas de la Teología de la Liberación en las mentes juveniles que no tienen anticuerpos ideológicos ni conocimientos exactos de la Historia reciente de América del Sur y de Chile.
En la Iglesia Católica van apareciendo las llamadas Comunidades Eclesiales de Base, que no siguen las directrices de la Santa Sede, rompiendo la verticalidad del mando de las jerarquías de la iglesia tradicional, y gradualmente se va constituyendo una nueva iglesia, llamada Iglesia Popular, que es guiada por los preceptos de la Teología de la Liberación y sus líderes.
En los grupos de terroristas de izquierda se van integrando cristianos que ya no tienen reparos morales contra la llamada Lucha Programada de Clases, y toman las armas contra la policía y contra las instituciones del Estado, incendiando vehículos de locomoción colectiva; instalando bombas en estaciones de metro o incendiando iglesias en la Araucanía o en la Iglesia de la Gratitud Nacional, por ejemplo.
Se repite así, el mismo fenómeno de la guerrilla de las FARC colombianas, donde participó el sacerdote Camilo Torres, un seguidor de la Teología de la Liberación. O el de la Revolución Sandinista inspirada por los sacerdotes jesuitas Ernesto y Fernando Cardenal, promotores de la Teología de la Liberación en Nicaragua.
Así ya los grandes Héroes ya no son Bernardo O´Higgins o Arturo Prat Chacón, o José Miguel Carrera, sino que son Ernesto “Che” Guevara, Fidel Castro, Camilo Torres, Miguel Henríquez, Salvador Allende, y otros, que, fallecidos en enfrentamientos con las fuerzas del Orden o del Ejército, van gradualmente convirtiéndose en mártires.
Las universidades van utilizando esas ideas cristiano-marxistas para fomentar el pensamiento subversivo, y destruir, deconstruir, y tergiversar los valores morales y las ideas matrices de la sociedad patriarcal y católica tradicional, justificando no solo la lucha de clases, sino también la homosexualidad, el aborto, el uso de drogas diversas, pues ya nada es sagrado, todo es secular, relativo, y solo materia consciente en proceso de experimentar y evolucionar.
Por su parte, también Antonio Gramsci, notable filósofo comunista italiano, desde sus cenizas ha triunfado en su plan de promover un proceso de revolución marxista incruenta e invisible, para infiltrar la cultura occidental cuyo centro es el cristianismo, y subvertir la comprensión intelectual de la realidad social, usando como instrumentos ingenuos y útiles a grupos de sacerdotes e intelectuales que pensaron que el marxismo era un método útil para interpretar la realidad social, económica y política y cambiarla, caminando hacia el Socialismo y su dictadura del proletariado.
Referencias:
Extracto, Trabajo en Análisis de Contenido sobre «Teología de la Liberación», año 2017, Magíster en Análisis de Inteligencia Comunicacional (8), Universidad Mayor.
Fernando Laredo, 2017, apuntes personales.
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